SUPERCUIDADORAS
Esta es la historia de una madre trabajadora que también cuidó durante décadas a la suya aquejada de cáncer, meningitis y alzhéimer hasta que murió; que sigue cuidando a su padre con párkinson y 88 años, que cuida a su hijo de 18 con síndrome de Prader-Willi (asociado al retraso mental); que cuida de su otro hijo de 11 que también necesita ayuda y que -de no saber conjugar el verbo cuidar nada más que en primera persona- terminó descuidándose.
Primero fue la baja laboral por lumbalgia de Ana. Luego su ansiedad. Después la depresión sin fondo. Y finalmente, desde 2018, una incapacidad permanente. Pero aquí sigue este lunes, como en esos malabares de los platillos chinos, una expedicionaria llamada Ana Blanco.
«De tanta carga, empecé a adelgazar, sentía una ansiedad tremenda, se me subía el corazón a la garganta, sentía mucha inseguridad en lo que hacía. Y llegó un momento tremendo. Uno en que no sabía si estaba abandonando a mis hijos o a mis padres»
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